El apóstol Pablo está
enfocando el problema de las divisiones internas dentro de
la iglesia, producidas, entre otras razones, por un
desconocimiento del significado de lo que es la Cruz.
Aquellos estaban confundiendo el evangelio con un sistema
religioso. Pablo recuerda que había bautizado a muy pocos en
Corinto, a fin de que nadie pudiera utilizarlo como base
para uno de los partidos que había en la iglesia. Sin
embargo, muchos de sus enemigos le acusaban de ser un hombre
parco en palabras y de poca elocuencia, acusándole de no
utilizar la sabiduría de los hombres en su predicación,
especialmente en que no presentaba argumentos filosóficos
para convencer a los oyentes. Por esta causa da las razones
por las que renunció a la utilización de la sabiduría del
mundo en su ministerio, enfatizando en el pasaje que Dios
había puesto el evangelio como único medio de salvación.
Ellos habían llegado a una posición "en Cristo" no por
razones personales o méritos propios, sino porque Dios los
había escogido y llamado (1:26-30). Por tanto, los
predicadores y maestros que les habían predicado el
evangelio y enseñado la fe, no eran más que instrumentos al
servicio de Dios. Por tanto, no había base alguna para
seguirlos y gloriarse en ellos, porque toda la gloria es del
Señor (1:31).
Finalmente, Pablo habla de como vino a Corinto para predicar
el evangelio. No vino como filósofo, sino como testigo
(2:1-2). No tenía, pues, confianza alguna es sí mismo, sino
que dependía enteramente del poder del Espíritu (2:3-4). Y,
al asentar la verdad doctrinal, lo hizo aparte de toda
sabiduría, porque la fe debe descansar en el testimonio de
Dios y no en las razones de los hombres (2:5).
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