Con el pasaje
que se estudia se alcanza el final de la epístola. Es, desde
el punto de vista humano, un final de lo más impactante que
salió de la pluma de Pablo. Son las últimas palabras
escritas por el apóstol en un escrito inspirado.
Posiblemente estén escritas unas semanas antes de su
ejecución. Según la tradición de la iglesia, Pablo fue
decapitado en la vía Ostia, en las afueras de la ciudad de
Roma. De este modo concluía el ministerio del apóstol que
había trabajado aproximadamente unos treinta años sin
interrupciones, en la extensión del evangelio. Su ministerio
fructífero dejaba establecidas iglesias en todo el mundo
gentil. El mismo testificaba de haber llenado todo del
evangelio de Cristo (Ro. 15:19). Los padecimientos y
aflicciones que rodearon su ministerio, sirven de ejemplo a
las siguientes generaciones de cristianos, como estímulo al
compromiso en la carrera de la fe. Era un siervo de Cristo
que había completado el programa propuesto para su carrera y
había guardado la fe (v. 7). Todo el pasaje está rodeado de
una atmósfera solemne, imposible de que al leerlo no surjan
profundas emociones ante una situación semejante. Sin
embargo, como en un último deseo por dejar asegurado en
Timoteo el compromiso de fidelidad con la doctrina, con
palabras solemnes y mediante cinco tajantes imperativos,
seguidos de otros cuatro más suaves, conjura a su amigo
para que se entregue al ministerio de la enseñanza y
predicación de la Palabra. La advertencia que le había
hecho, recogida en el capítulo anterior, sobre los tiempos
peligrosos, se enfatiza, sin mencionarla, en el comienzo de
este último. Aunque los tiempos difíciles alcanzarán
situaciones críticas a medida que van pasando los años, no
eran ya ajenos al momento en que Pablo escribía. La
apostasía en el futuro procede de una situación del
presente. A los tiempos peligrosos seguirán los de la
apostasía, en los que muchos dejarán el interés por la
Palabra negándose a obedecerla, en una decadencia de la vida
de compromiso. El apóstol demandó antes a Timoteo que se
mantuviera firme, perseverante, en la doctrina; ahora lo
conmina a que proclame la doctrina, sin importarle las
situaciones de oposición que tenga que afrontar para ello.
Hay un trasfondo de tristeza y, tal vez incluso de
preocupación en Pablo, al sentir que su partida es inminente
y que Timoteo quedaba solo, sin los recursos de la ayuda
personal que le había brindado continuamente. No es que la
fe de Pablo se debilitara, es la manifestación sicológica
del alma humana, que aflora al exterior en las últimas
palabras del apóstol.
Para el estudio, pude dividirse el capítulo de la siguiente
forma: El encargo solemne a Timoteo para que predique la
Palabra (vv. 1-2). La advertencia sobre la oposición a la
doctrina (vv. 3-5). En el apartado de conclusión y saludos,
comienza por el detalle de la situación íntima de Pablo (vv.
6-8). Luego las peticiones al amigo (vv. 9-15). Un breve
informe sobre la situación de Pablo en la prisión (vv.
16-18). Finalmente el saludo y la bendición (vv. 19-22).
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