BOSQUEJO DEL ESTUDIO


APOCALIPSIS  21:1-27
LA NUEVA JERUSALÉN 

A. INTRODUCCIÓN

4. El estado eterno (21:1-22:5)

4.1. El descenso de la Nueva Jerusalén (2:1-8)

4.2. Descripción de la Nueva Jerusalén (21:9-27)

4.2.1. La ciudad y su gloria (21:9-11)

4.2.2. El muro de la ciudad (21:12-20)

4.2.3. Otros aspectos de la ciudad (21:21-27)

  

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A. INTRODUCCIÓN

Con la escena del gran trono blanco y el juicio de los pecadores perdidos, concluye la descripción profética de la acción de Dios sobre un mundo arruinado por el pecado. A la destrucción de Babilonia y el sistema establecido por Satanás en oposición a Dios, siguió la experiencia admirable de un reinado de paz bajo el gobierno personal del Mesías. La rebelión de las gentes, luego de la liberación de Satanás, provocó la ira de Dios sobre el mundo y la disolución de la creación actual, con todo el tremendo lastre de imperfecciones y dificultades provocado por el pecado. Los perdidos serán definitivamente apartados para una eternidad sin esperanza, junto con el principal instigador de todo pecado que es Satanás. El libro toma, en los dos capítulos finales, una visión renovada de lo que será el futuro conforme al programa de Dios. En contraste con la Babilonia de los hombres, destruida para siempre, aparece la Nueva Jerusalén, salida de la mano de Dios, que ofrece la dimensión nueva de la nueva creación que Dios hará, en la cual, el pecado no la afectará nunca jamás. Es el esplendor y señorío eterno del reino de Dios. Todo es nuevo en estos dos capítulos. Nuevos cielos, nueva tierra, nueva ciudad y nueva relación de Dios con los hombres. Un ángel enseña a Juan los aspectos generales de la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén. Sin embargo, el lenguaje del hombre es insuficiente e incapaz para expresar la gloria de la nueva dimensión que Dios prepara para el eterno y glorioso futuro en su nueva creación. Juan debe recurrir, conducido por el Espíritu, a las mayores glorias que el lenguaje humano pueda disponer para describir lo que será ese futuro. Los detalles de la Ciudad Santa sólo pueden darse mediante símiles con las piedras preciosas, las perlas y el oro. Todo ello como sombra de lo que será la impactante realidad futura. El esplendor de su construcción no es mayor que el de sus condiciones morales. La presencia de Dios, la ausencia de dolor y muerte, la tranquila paz de los habitantes, son muestras de lo que el Señor prepara para los suyos. La promesa del Señor de preparar este lugar, alcanza en el relato dimensiones sobrecogedoras.  El lenguaje figurado que utiliza Juan, permite al lector percibir un atisbo de la grandeza de la nueva creación de Dios.
 
La división natural del pasaje para su estudio es, como en todos los anteriores, sencilla de establecer: Primero aparece el descenso de la Nueva Jerusalén (vv. 1-8); y luego sigue la descripción de la Ciudad Santa (vv. 9-27). Dentro de esta larga sección, Juan trata sobre la ciudad y su gloria (vv. 9-11); la descripción del muro de la ciudad (vv. 12-20); concluyendo con otros aspectos de la misma (vv. 21-27).