BOSQUEJO DEL ESTUDIO

 
MARCOS 7:1-37
TRADICIONES, HIPOCRESÍA Y AMOR
 

I. EL SERVICIO DEL SIERVO (1:1-10:52)

7. Enseñanzas y obra del Siervo (7:1-9:1)

7.1. Las tradiciones de los fariseos (7:1-23)

7.1.1. La pregunta de los fariseos (7:1-5)

7.1.2. La respuesta a los fariseos (7:6-13)

7.1.3. La enseñanza a la multitud (7:14-23)

7.1.4. La enseñanza a los discípulos (7:17-23)

7.2. La mujer sirofenicia (7:24-30)

7.3. Curación de un sordomudo (7:31-37)

  

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A. INTRODUCCIÓN


Los escribas y fariseos habían establecido un sistema religioso que basado en la Escritura, lo habían derivado para satisfacer sus propios criterios y apetencias. El sistema farisaico entraba en abierta confrontación con la enseñanza de Jesús. El Señor amaba la Palabra, respetaba la Palabra y se sujetaba a la Palabra. Por esta razón no permitía que las enseñanzas de hombres se les diese el valor de la Escritura. El sistema religioso descansaba sobre dos grandes pilares. Por un lado la Escritura, como revelación de Dios; por otro la tradición, o enseñanza de los ancianos, a la que se le atribuía la misma autoridad, cuando no más, que a la Palabra. Los fariseos miraban mucho más a la tradición interpretativa de sus maestros, que a la propia Palabra, ajustando la enseñanza a la orientación tradicional recibida. Este sistema procuró introducirse también en la Iglesia cristiana primitiva, produciendo graves dificultades en las comunidades cristianas nacientes, dando origen al primer gran concilio de la Iglesia, en Jerusalén (Hch. 15). Marcos relata una de las discusiones públicas que, por esta razón, tuvo Jesús con los fariseos. Los liberales, en su afán de desmitificar el evangelio, afirman que el relato no es histórico y se origina como consecuencia de las discusiones habidas en el seno de la comunidad cristiana. Esta hipótesis, como todas las suyas, no hace justicia a la unidad del relato bíblico. Es evidente que lo que Marcos describe en la primera parte del capítulo, es una de las confrontaciones entre Jesús y los fariseos, siempre dispuestos a buscar algo grave contra Jesús para poder acusarle legalmente y condenarle a muerte. El rechazo del Maestro y de su ministerio viene ya de mucho antes. Las discusiones entre el grupo opositor y el Señor, permite ya vislumbrar la Cruz, que tendría lugar un año más tarde. El tiempo del ministerio en Galilea, puede considerarse como terminado con esta confrontación. Las discusiones con los escribas y fariseos marca gran parte del ministerio de Cristo. Los religiosos no podían admitir las posiciones de la enseñanza de Jesús, que atacaba directamente el sistema establecido por ellos en su propio beneficio personal. Los enseñadores de entonces hacían mucho énfasis en el cumplimiento, no sólo de la verdad revelada en la Palabra, sino de lo que llamaban la tradición de los ancianos, que era todo un sistema de prescripciones y ordenamientos para la vida del pueblo. Algunos de estos mandamientos, no se sostenían en la Escritura, e incluso eran contrarios a ella. En otras ocasiones, las enseñanzas iban más allá de lo dispuesto y establecido por Dios en su Ley, con lo que el pueblo se cargaba con el pesado sistema religioso que lo ahogaba espiritualmente. Tal era el modo de evitar la ayuda a los padres necesitados mediante lo que ellos llamaban Corbán. El Señor afrontó directamente estos problemas por medio de Su enseñanza. Los rituales del lavamiento de manos antes de las comidas, fueron cuestionados y puestos en su lugar, como respuesta a la acusación formulada por los escribas y fariseos contra los discípulos. Aprovechando las ocasiones, como consecuencia de los enfrentamientos con los maestros de su tiempo, Jesús enseñaba a las gentes el verdadero significado de la piedad que Dios deseaba. La enseñanza más particular a los discípulos se producía continuamente. El Señor no dudaba en aclarar cuantas dudas pudiera haber en el entendimiento de las enseñanzas. Así la aclaración a la ilustración de lo que contamina al hombre.

La situación abrumadora de contradicción y conflicto generada con los religiosos de entonces, conduce a Jesús a un ministerio en las regiones del área de Decapolis, la zona Siro-fenicia, y la Galilea, al este del Mar. En el recorrido por las ciudades Jesús muestra siempre su gracia admirable y la compasión profunda por los necesitados, con la sanidad de la hija de la sirofenicia, se abre esta parte del ministerio de Jesús.

La división del pasaje para el estudio se establece de este modo: Las tradiciones de los fariseos (vv. 1-23), en la que se detalla la pregunta de los fariseos (vv. 1-5); la respuesta de Jesús (vv. 6-13); y la enseñanza a las gentes como consecuencia de la pregunta y de la respuesta (vv. 14-23). El problema de la mujer sirofenicia (vv. 24-30) y la sanidad de un sordomudo (vv. 31-37), cierran el capítulo.